viernes, 18 de febrero de 2011

NUNCA TE RINDAS.

NUNCA hay que rendirse.
 
Cuando acabas una etapa de tu vida y no tienes planes más allá de lo que has vivido, nos llega un momento de inestabilidad, de ansiedad, de ganas de comerte el mundo, de demostrar todo lo que has aprendido, de poner en prácticas todos tus valores, lo que has aprendido en esta vida y todos esos conocimientos intelectuales que has conseguido meter en tu cabeza y llegar a ser lo que realmente eres.
 
Llegó ese momento, en el que estás feliz por haber conseguido algo que te has propuesto y que te ha costado la misma vida, cuando llegas al final, te sientes muy feliz, estás en paz contigo mismo, has demostrado que has podido, que aquellas noches sin dormir, esas tardes interminables y esas mañanas encogidas de frío en un aula fría sentada 2 horas seguidas escuchando y escuchando e intentando tomar nota de cualquier cosa, han merecido la pena.
 
Ahora llega ese momento, el momento de darse cuenta de que en todo ese tiempo has crecido en todos los sentidos, has aprendido a desenvolverte tu solo, con la ayuda de algún compañero/a en tu misma situación, todos formando una piña, todos juntos, porque por aquel entonces éramos débiles, pero hoy ya no.
 
Ahora te defiendes con soltura, valoras más las cosas, a las personas, aprendes a distinguir amigos de compañeros, a gente que da la cara por ti y que te ayuda, de la que solamente se limita a participar contigo en un proyecto común.
 
Ahora eres fuerte, los problemas te pueden aturdir, preocupar, pero ya nunca superar, porque cuando mires para atrás vas a ver que todo en esta vida tiene solución, entonces te pararás a pensar con un poco de calma y sabrás ir paso a paso.
 
Se acabó el llorar, el no saber que hacer, el darle vueltas y vueltas y no llegar a nada, porque ahora eres objetivo, eres algo intuitivo, y sabes analizar situaciones.
 
Ahora ya está aquí, desesperación mezclada con felicidad y paz, ansiedad con una pequeña cantidad de enfado y de frustración, esperanza con desesperación, en 2 segundos estás arriba y eso te puede durar horas, pero en una milésima vuelves a caer por desconfianza, pero ya eres sólido, eres fuerte y esa milésima no se detiene, si no que pasa de largo y el hecho de no estacionarla en tu mente te hace aún más fuerte, y surge la ilusión, las ganas de hacer más cosas para superarte aún más.
 
Ese momento está al caer, cuando crees tocar eso que tanto esperas, cuando esperas tenerlo ya aquí, te surge el miedo y la inseguridad, temes al rechazo, al no servir, y piensas que no pasa nada, porque eres fuerte y sabes que si no logras tocarlo seguirás buscándolo, seguirás adelante y esperarás que algo mejor te surja.
 
En el momento en que lo toques o aunque solo sea rozarlo con los dedos, descubrirás en ti una nueva sensación, entonces te volverás a superar, valorarás aún más todo aquello que habías conseguido en tu vida, todo aquello que te había llevado hasta el momento del logro de tocarlo, de alcanzarlo, de conseguirlo…, vas a sentirte muy poderoso, como si todo lo que cayese en tus manos pudieras lograrlo, sabrás que la espera merece la pena, que aquello sin sentido ahora está muy claro, todo se ha conectado por sí solo, poco a poco se han ido uniendo puntos en los que ni si quieras pensaste, puntos que en tu vida habías calificado negativamente y los habías apartado de ti. Ahora te has convertido en una persona positiva, que sabe ver salida a cualquier problema, y que afrontará cada obstáculo en la vida, aunque aquello le cueste la misma vida.
 
Por ese momento te digo que hay que decir No a la desesperación, al verlo todo oscuro, al desánimo, porque si tanto vas a esperar ese momento y si de verdad quieres alcanzarlo, no gastes tiempo en todo esto, porque al final las cosas surgen por sí mismas, todo se interrelaciona y al final los puntos se conectan por sí solos.

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